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Colombia necesita más libertad y menos Estado

Escribe. Álvaro Iván Grajales Patiño*.-

El país tiene varios cuellos de botella que hacen que la libertad para el ejercicio de las libertades económicas entre los particulares tenga restricciones de fondo. “Tanto mercado como sea posible, solo el gobierno que sea indispensable”, sostiene el exviceministro de Justicia de Colombia y miembro del partido Centro Democrático, Rafael Nieto Loaiza.

En entrevista exclusiva para PanAm Post, el exviceministro de Justicia de Colombia y miembro del partido Centro Democrático, Rafael Nieto Loaiza, analizó diversos temas de actualidad y clamó por más libertad y menos Estado, como condiciones para el progreso.

En los últimos meses el Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, ha venido insistiendo en que es necesario hacer una reforma tributaria para aumentar impuestos.

La deuda no se va a pagar sola.

¿Qué opinión le merecen las declaraciones del Ministro?

Inicialmente, el camino no es el propuesto por el Ministro de Hacienda. Antes de concluir que la manera de resolver el problema es aumentar los impuestos, habría que decir varias cosas.

Primero, el Gobierno debe hacer la tarea de examinar de nuevo el tamaño del Estado. Durante la primera administración del Presidente Uribe pusimos en marcha una gran reforma de la administración pública nacional y se redujo de manera importante su tamaño. Se intervinieron cerca de un centenar de entidades, 25 fueron liquidadas, algunas de ellas verdaderos  onumentos de ineficiencia y corrupción como Telecom y el ISS, y varias otras fueron fusionadas. Se suprimieron casi 17.000 puestos. Los ahorros para la sociedad colombiana proyectados en 10 años fueron de más de 25 billones de pesos. Santos no solo echó para atrás todos esos avances en austeridad sino que creó medio centenar de entidades nuevas, aumentó en decenas de miles la nómina y celebró innumerables contratos de prestación de servicios. Hay que corregir: reducir el tamaño del Estado y analizar la naturaleza, pertinencia y calidad del gasto público.

Segundo, hay que buscar mecanismos que reduzcan de manera radical la informalidad y no tengo la menor duda de que una tasa tributaria efectiva tan alta como la colombiana, en lugar de estimular esa formalización, constituye un incentivo perverso hacia la informalidad. Tercero, creo que antes de entrar en la discusión del aumento de impuestos, habría que diseñar y poner en marcha mecanismos efectivos que reduzcan la elusión y la evasión fiscales y pensar en una reforma tributaria que aumente el número de contribuyentes.

Ahora que estamos tratando el tema de impuestos ¿cree que las personas pagan impuestos de forma voluntaria?

Sin duda hay quienes pagamos voluntariamente. Muchas personas naturales y jurídicas pagan sus impuestos porque entienden que son indispensables para la realización de las actividades básicas del Estado. Desde la creación del Estado contemporáneo hasta llegar al Estado benefactor, son muchos los individuos y muchos los empresarios que contribuyen gustosamente al pago de los impuestos.

Con respecto a los que no lo hacen de forma voluntaria, ¿no sería más apropiado llamarlo expropiación que contribución? porque no se hace de forma voluntaria, sino a través del monopolio de la violencia que tiene el Estado.

En principio, en un Estado democrático, el uso de la fuerza legítima no puede calificarse como violencia. Para mí, la violencia es ese uso de la fuerza por fuera del marco del Estado de Derecho. El Estado puede exigir de sus ciudadanos unas conductas determinadas que si no son cumplidas puedan ser objeto de la coacción del Estado y, eventualmente, del uso de la fuerza. En un ejercicio en un Estado democrático no me parece que tal cosa sea reprochable. No solo es lo normal sino que es necesario.

Entonces no hay una diferencia sustancial en los planteamientos de un gobierno de izquierda y uno de derecha en materia tributaria. Ambos propondrían mecanismos para arrancar recursos de la ciudadanía. Solo varía la tasa impositiva según la ideología. Si la decisión se tomó de manera democrática y en el marco del Estado de Derecho, esa es una decisión legal. Otra cosa es la discusión de conveniencia, oportunidad y prudencia. Ahí es donde las preguntas que surgen del planteamiento que usted hace son válidas. Cuáles son los niveles de tributación aceptables, cuáles son los niveles de tributación que son confiscatorios, cuáles son los impuestos que atentan contra el derecho al trabajo o el derecho a la propiedad privada, cuál es la carga fiscal adecuada para que la sociedad crezca y sea próspera.

¿Cómo podría definir la gestión de Claudia López en la Alcaldía de Bogotá?

Errática, contradictoria, permanentemente opuesta a su discurso de campaña y a su pasado como congresista. Pretende para ella libertades y beneficios que no ofrece a los ciudadanos. Por ejemplo, ella misma violó con su pareja las normas del confinamiento y hace fiestas en la Alcaldía cuando están cerradas las discotecas. Ha sido sumamente estricta en la sanción a establecimientos comerciales y restaurantes por el no cumplimiento de las normas de protección sanitaria, pero ella misma las viola.

Prohibió que la gente fuera a las iglesias y a los restaurantes, pero sí permitió marchas y protestas. Y se puede seguir con la lista de sus contradicciones.

¿En qué consiste el referendo planteado por el presidente Uribe?

El referendo nace como una necesidad que planteó la propia Corte Constitucional. Desde 1991 se han intentado, al menos en 19 ocasiones, reformas al sistema de administración de justicia. Todas frustradas, sin llegar a feliz término, porque a todas se les han atravesado las altas cortes.

La Corte Constitucional ha cerrado la puerta para hacer una reforma profunda al sistema de administración de justicia a través del Congreso. No dejó camino distinto que acudir al constituyente primario. Eso supone o hacer una asamblea constituyente o un referendo. Ya establecida la necesidad y abierta la puerta del referendo, lo que parece más inteligente es aprovecharlo para resolver otros problemas de fondo en el Estado. Por ejemplo, establecer bonos para el sistema educativo. El Estado entraría a subsidiar la demanda y no la oferta.

Esa idea me gusta muchísimo porque le permite al ciudadano escoger libremente el colegio en el que quiere educar a sus hijos. Además, incentiva la competencia entre las distintas escuelas y colegios y promueve la especialización de éstos. Y le rompe el espinazo a Fecode, porque le quita el monopolio de la educación pública.

Los índices de libertad económica muestran que, a mayor libertad, mayor riqueza de los países ¿cuál cree que es la causa para que a Colombia le vaya mal en esos índices?

El país tiene varios cuellos de botella que hacen que el ejercicio de las libertades económicas entre los particulares tenga restricciones de fondo. Entre ellos están la carga fiscal excesiva, el exceso de trámites y de requisitos para la generación de empresas y para el desarrollo de sus actividades, los costos laborales no salariales y la inseguridad jurídica.

¿Puede el Estado planificar la economía de forma central?

Eso ha fracasado rotundamente. No hay que hacer un gran esfuerzo de argumentación doctrinal para probarlo. Basta con mirar la realidad económica, la historia. Todos los países que han intentado la planificación económica desde el nivel central han visto crecer sustantivamente la pobreza y la miseria. No hay forma alguna de que unos técnicos en el gobierno, por expertos que sean, puedan desarrollar las actividades económicas o de suponer cómo se van a desarrollar las actividades económicas mejor que como lo pueden hacer los particulares.

¿Cree que la economía colombiana está muy regulada? Dependiendo de la respuesta ¿eso no sería socialismo?

Está excesivamente regulada. Las regulaciones en general conllevan a mayores dificultades para el desarrollo de actividades de los particulares. Entre más son las normas, más difícil es realizar la actividad económica. Detrás de cada inciso hay un funcionario público que se supone que debe hacerlo cumplir y, como consecuencia de ello, se abren las puertas a la corrupción. Entre más regulada la economía, mayores riesgos de corrupción. Es indudable que en algunas áreas en particular es indispensable la regulación, pero debe ser solo la estrictamente necesaria.

¿Ha ganado terreno el socialismo en el mundo en los últimos años?

La llegada al poder de Chávez en Venezuela en 1998 y la irrupción del fenómeno del socialismo del siglo XXI originaron una oleada de triunfos de la izquierda en Latinoamérica. En su momento, se llevó por delante a todos los países con la excepción de Panamá, Costa Rica, México, Colombia y Chile. Por eso no puede afirmarse que hoy hay un avance de la izquierda, por lo menos no en comparación con lo que teníamos hace 4 o 5 años. Hoy son muchos más los gobiernos de derecha y de centro que entonces.

¿Cree que en Colombia hay sectores que presionan a los gobiernos para obtener beneficios económicos a costa de las demás personas, es decir, que viven del Estado?

Son cosas distintas. Hay unos que viven del Estado y otros que presionan al Estado para obtener ventajas. Hay quienes efectivamente viven del Estado: los burócratas que no saben hacer cosa distinta a ocupar un puesto, muchos de las cúpulas sindicalistas. Y hay quienes solo son contratistas del Estado y dependen de ese Estado para su supervivencia. Ahora, hay otros que ocasionalmente contratan con el Estado o buscan favores legislativos, normativos o decisiones políticas particulares y presionan de manera coyuntural para conseguir esos beneficios.

Entrando en otro tema, ¿debe aprobarse el porte legal de armas de fuego?

Se ha sostenido que el porte legal de armas incrementa la violencia homicida. Con ese argumento se justificó su prohibición. Pero la realidad es que la prohibición no ha traído como consecuencia la disminución de los asesinatos que se pretendía. El año pasado, con plena prohibición, hubo 8.626 muertes violentas causadas por armas de fuego, más que las 8.290 de 2015, antes de que en el 2016 se prohibiera el porte legal y, además, se firmara el pacto con las farc que, se supone, debería disminuir la violencia en el país.  No ocurrió. En todo caso es indispensable hacer un examen a mayor profundidad de las cifras. Tratar de identificar en la información pública disponible cuántos de los homicidios que se han producido en estos años, desde 2016, han sido resultado del uso de armas amparadas. Así se puede saber si efectivamente esas armas fueron causantes o no de un número significativo de homicidios. Y habría que descargar de la cifra total los muertos ocasionados con armas de fuego en legítima defensa y los que resultaron del enfrentamiento de delincuentes con policías y militares. Con base en las cifras depuradas y ese análisis a fondo es que debe tomarse la decisión de mantener la prohibición o de levantarla.

Con la información disponible se podría alegar que, al menos de manera preliminar, la prohibición del porte legal deja inermes a los ciudadanos de bien y, en cambio, los delincuentes siguen con sus armas ilegales cometiendo los delitos.

Pasando al tema internacional, ¿qué análisis puede hacer de las elecciones en Estados Unidos?

Soy muy crítico de lo que ha pasado en los Estados Unidos. Estas elecciones mostraron las debilidades de su sistema electoral, que es sumamente complejo, altamente descentralizado y con sistemas de votación distintos en cada uno de los estados. Por otro lado, me parece que el debate argumentativo de la contienda electoral ha sido muy pobre, por no decir deplorable.

¿Qué opina del manejo que Suecia le dio a la pandemia?

Suecia apostó por mayores libertades y fue buscando lo que se denomina “la inmunidad del rebaño”. Fue una apuesta arriesgada que trajo datos de contagio altos en su etapa inicial. Sin embargo, en la actualidad, en términos comparativos, parece estar funcionando bastante bien.

Mises afirma: “La cuestión es siempre la misma: el gobierno o el mercado. No hay una tercera solución” ¿Qué opinión le merece esa frase?

Voy a resumir mi posición en una frase: Tanto mercado como sea posible, solo el gobierno que sea indispensable: ¿Mises o Marx? Mises sin la menor duda. ¿Hayek o Keynes? Hayek, también sin dudarlo.

* Álvaro Iván Grajales Patiño, Libertario y estudiante de último semestre de Derecho en la Pontificia Universidad Javeriana Cali.

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