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El quiebre histórico, por qué y cómo (II)

Escribe: Alberto Bejarano Ávila 

Los males del Tolima no empezaron ayer, son viejos y han agravado con el pasar del tiempo y por ello conviene recordar otra sentencia de Einstein: “Si tuviese solo una hora para salvar el mundo, dedicaría 55 minutos a definir bien el problema”.

Definir los problemas del atraso regional es prioridad para sus líderes y, aunque agridulce, la buena noticia es que sí hay con quien, pues el talento regional es real, pero fue relegado; los recursos naturales pululan, pero es poca la conciencia sobre ellos; los saberes y tecnologías existen, pero no sabemos usarlas; el recurso capital puede crease fácilmente. Éstas son cuestiones que debemos sincerar.

Existen miles de tolimenses que uno puede juzgar de gente decente. Ellos son empresarios, políticos, dirigentes sociales, intelectuales, científicos, artistas, que integran un valioso pero inconexo capital humano regional. Cito unos nombres o apellidos para representar en ellos a cientos de tolimenses que unidos podrían gestar un mejor futuro para el Tolima: Alvarado, Mejía, Valencia, Aldana, Bocanegra, María Cristina, Delgado, Palomino, Bulla, Cruz, Achury, Alba Lucía, López, Ramos, Renzo, Rincón, Jiménez, Arbeláez. Digamos que ellos son los miles de tolimenses que, en su tierra o en la diáspora, conforman una legión de voluntades que puede converger a la construcción de un Tolima moderno, próspero y equitativo.

¿Por qué hasta ahora y desde siempre, ello ha sido imposible? Aventuraré algunas hipótesis.

Nuestro problema no es de talento sino de trastorno del talante político, de psicología social y del arquetipo mental de prosperidad y la simbiosis de tales debilidades ocasiona sinergias negativas que producen atraso y dificultan la formación de sinergias positivas para construir progreso. Es por ello que la caduca cultura política no deja ver al territorio como objetivo a desarrollar sino como coto de caza electoral de caciques locales que, a su vez, son gregarios de jefes nacionales y de ahí la supremacía clientelista, la falta de análisis regional y la torpe creencia de que los recursos naturales y económicos y las entidades públicas son trofeos de la guerra politiquera que causa subdesarrollo trasgrediendo e irrespetando al Tolima.

Estos descarríos no sólo están en el magín y las conductas de los actores políticos, también invadieron gran parte de la conciencia colectiva y por ello, en vez de evolucionar hacia ideas superiores de territorio, sociedad e historia, cada vez más depuradas, involucionamos hacia una subcultura que recrea y arraiga las causas del subdesarrollo y por ello, siendo realmente anormal, todo cuanto ocurre en “política” es mirado como normal y desde esa “normalidad” elaboramos casi todo juicio de valor sobre el presente y el futuro del Tolima.

Nuestra economía también es premoderna e inercial porque el influjo del extravío político arruinó el espíritu emprendedor y logró implicar las mentes en la rapiña de prebendas. Así fue como el Tolima se convirtió en enclave político y económico del poder nacional y global. No olvidemos: “La mente es como un paracaídas, sólo funciona si se abre”.

Continúa…

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