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Hoja de ruta para el Tolima (I)

Escribe: Alberto Bejarano Ávila.-

En reciente edición de Semana (caricaturas de Vladdo) se lee este texto: “Vladdomanìa cree que la pandemia ha demostrado que un país no progresa cuando construye edificios, vías o fábricas, pero no construye sociedad”. Sin duda la oración nada significó para los conspicuos líderes sectoriales del país que leen esa revista y que, sabiendo que Colombia camina hacia el despeñadero, por despiste mental, persisten en las apolilladas formulas del desarrollo, el análisis casuístico y cortoplacista, el morbo político y “la pantalla” y desoyen o se encrespan cuando oyen de pensamiento alternativo. El Tolima no debería infectarse de ese extravío.

Creo estar en deuda con las personas que amablemente expresan sus opiniones respecto a mis perseverantes escritos sobre la cuestión regional. Es grato encontrar quien enriquezca y formule su parecer sobre la indeclinable tesis que plantea que el origen del desarrollo del Tolima no estriba en las manido economicismo sino en la reconstrucción identitaria, moral, histórica, ideológica y política, rehechura ineludible para que la palabra desarrollo signifique equidad, empoderamientos, democracia económica, inclusión social y oportunidades.

Sobre esta idea fuerza (el qué), tal vez los tolimenses estemos cerca de un amplio consenso, pero, respecto a cómo hacerlo (hoja de ruta) todo indica que estamos lejos y de ahí la deuda con quienes aportan su parecer, pues si bien planteo tesis relativamente singulares e insisto en la hoja de ruta, me es difícil, en textos cortos y espaciados, dar ilación y coherencia a un tema realmente complejo y por ello creo oportuno expresar que tantos años de exploración y reflexión sobre la cuestión tolimense se resumen en varias docenas de páginas que, quizá, servirían de ponencia o borrador para consensuar el cómo trasformar visiones y paradigmas del desarrollo y repotenciar la institucionalidad para poder trabajar unidos por el Tolima.

Con respeto digo que, ante la soslayada tragedia tolimense que el Covid-19 desnudó, surge, de buena fe, un alud de recetas manoseadas, refritas, obvias; un dejá vu que muestra como la tragedia en vez de fortalecernos nos hunde cada vez más. Para dar mi opinión respecto a cómo hallar el camino correcto alguna vez cité a R. W. Emerson: “La mente se ve impulsada a buscar la causa única de muchos efectos; luego la causa de aquella causa, y otra vez la causa de esa causa, profundizando cada vez más, segura de que llegará a una causa absoluta… a una causa que será de todas las causas”.

Así instaba a examinar el desempleo desde la ley de causalidad y, como ejemplo, señalé que éste obedece a falta de empleos, éstos a la falta de empresas, éstas a falta de decisión, ésta a falta de emprendedores, éstos a falta de vocación, ésta a una pobre mentalidad, ésta a la falta de identidad y pujanza y que ésta, “la causa de todas las causas”, es la que tenemos que enfrentar para poder solucionar el acusador desempleo y demás problemas.

Continúa…

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