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Lo que quieren ocultar los mamertos

Escribe: Ricardo Santiago.-

En un país donde se habla de igualdad mientras sus dirigentes se enriquecen…¿es justo que éste sea el “transporte escolar?… Cuba castrista es un país que se hunde irremediablemente en la mierda del socialismo.

Se hunde completico, se pudre en la desidia, en el odio, en el estercolero y en el lodazal pestilente de la revolución del picadillo mientras, increíblemente, una gran parte de su pueblo, “los adoradores del diablo”, veneran como dioses a sus captores, rinden culto a sus “sanapapucios” verde olivo y celebran el hambre, las enfermedades, la miseria física y espiritual como bendiciones “caídas” del cielo.

Así mismo aplauden, defienden y justifican a sus verdugos por vocación, por traidores, por imbéciles, por arrastrados, por esclavos contentos encadenados a una estúpida lealtad y por la costumbre de dejar de ser hombres, mujeres, abuelos, niños y seres cubanos antes que dejar de ser “revolucionarios”. Es triste, desesperanzador, alucinante, morboso, pero es una cruda realidad.

Yo siempre digo que la ideología castro-comunista se ha convertido en una maldición, en una tara, en un freno, en una especie de trampa mortal en la que hemos caído los cubanos como pueblo y que ha llegado a formar parte, incluso, de nuestro ADN como nación, no dejándonos ser conscientes de que, al final de esta larguísima historia que tiene más de sesenta tristísimos años, nos ha dejado como prisioneros de una criminal casta-castrista y, lo que es peor, como reos de nosotros mismos.

Dice mi amiga la cínica que el que nace pa’ letrina del cielo le cae la mierda, y eso es, justamente, lo que nos pasa a muchos, a muchísimos cubanos que, aun con la soga de la indigencia al cuello y con la olla de presión sin na’ que echarle, nos permitimos andar por la vida, y por el mundo, alabando, vitoreando y aupando a una falsa revolución que nos hundió en la desgracia como país, como nación y como pueblo.

Quien no me crea que escriba en el buscador de Google “Miseria en Cuba” y se hartará, se cansará, se aburrirá de ver imágenes donde el común denominador es la cara-triste de muchísimos compatriotas, esos para los que decían “triunfó” una revolución, con la mirada desinflada, sus estómagos pegados al espinazo y la espalda doblada por el sufrimiento, la infelicidad y la falta de fe en el futuro.

Y, aun así, con la verdad encandilándole los ojos de “mirar”, con la realidad golpeándoles la cara de descarados que tienen los “ofendidos” de Fidel y su maldita revolución, qué me dicen de esos “cubanos” que saltan ofendidos cuando se les dice que Cuba castrista es un país pordiosero, miserable, hambriento, contaminado, inmundo y destruido.

Por eso afirmo que la peor mendicidad, la más vergonzosa indigencia y el más terrible analfabetismo sobre la vida “real” que exhibimos la mayoría de nosotros, son los que llevamos, los que cargamos en nuestro consciente, o en nuestro subconsciente, sin que, ni a palo limpio, logremos arrancarlos de nuestras entendederas, de la razón y del alma que nos queda.

Y no importa dónde vivamos, no importa dónde “comamos”, no importa hacia dónde miremos ni qué “aire” respiremos, la única verdad es que somos portadores de la peor mediocridad, de la que puede hacer alarde un ser humano, cuando somos capaces de justificar el atropello de la Patria, mi Patria, con “coyunturas” superfluas, mezquinas, mentirosas y cobardes.

El castro-comunismo es, sin dudas, porque está absolutamente demostrado, un entramado de mariconadas sociales, políticas, culturales y económicas, destinadas a ejercer el control total sobre un pueblo, limitar sus libertades físicas y espirituales, sumir en la inmoralidad y en la indigencia a los ciudadanos para, con total independencia, pues no tienen quien les exija ni este “lapicito”, que quienes ostenten el poder, quienes usurpan los poderes del Estado, se adueñen del erario público nacional y como “Juan con todo”, dispongan del país “y de todo cuanto hay en él”.

Y la otra verdad, la que más nos duele, la que más nos hace visible ante ese mundo civilizado que nos observa incrédulo, es que la mayoría de nosotros nos hemos acostumbrado a la peste y al mal olor, nos hemos especializado en saltar escombros, en dormir con la barriga vacía, en ser mariquita uno, mariquita dos… y en agáchate niña y vuélvete a agachar para que la dictadura nos meta su bota rusa por donde el diablo, un día, allá por Enero de 1959, dio las tres voces y un pueblo lo escuchó.

Cuba castrista se hunde en la peor letrina de la historia y con ella arrastra e esa Cuba linda, hermosa, doncella irredenta que un día, en total virginidad espiritual, nos parió a todos, a “toiticos” los cubanos, para que tuviéramos el mejor país del mundo.

Pero eso no es todo; eso que está sucediendo en Cuba, lo quiere imponer la izquierda en Colombia, y ante eso debemos razonar y actuar. Obstaculizando el páso de la izquierda, iremos ganando terreno positivo.

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