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Los ojos que sueñan y que creen en un futuro con equidad

La paz ha sido un factor de discusión a nivel nacional, pero hoy, vemos cómo día tras día, la comunidad de El Oso ha perdonado, han acogido a los excombatientes.

El olor a café del campo, a camino viejo, a las huellas de mulas y demás animales de carga que a diario transportan alimentos de la montaña para ser comercializados. Un camino que lleva historias sobre sí, que ha sido testigo de cientos de hechos vividos y que continúa como cómplice de aquellos que por allí transitan. El olor del barro seco entra fuerte por la nariz y las gotas de sudor caen sobre la frente de quienes caminan sin afán. Aquí en El Oso, le apuestan a una nueva oportunidad.

A más de dos horas del municipio de Planadas, en Gaitania – Tolima, donde hace más de 60 años germinó el conflicto que derramó la sangre de miles de colombianos y que aún ocasiona dolor en esas heridas que aún no han cerrado, allí, en la Vereda El Oso, se encuentra el AETCR (Antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación), espacio cuyo objetivo es brindar soluciones permanentes a los excombatientes que decidieron permanecer en la legalidad. Un territorio que busca cada día vivir en paz, que trabaja por avanzar y que busca por medio de proyecto, del arte, la cultura, el deporte y, sobre todo, la resiliencia, encontrarse y construir una vida con más oportunidades.

El Antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (AETCR), fue diseñado por el gobierno Nacional como una ruta de trabajo orientada a la adquisición de predios para la reincorporación, con el fin de que sus habitantes generaran solvencia socioeconómica por medio del acceso a la tierra, la vivienda y proyectos productivos.

La paz ha sido un factor de discusión a nivel nacional, pero hoy, vemos cómo día tras día, la comunidad de El Oso ha perdonado, han acogido a los excombatientes que allí han hecho su etapa de reincorporación y que actualmente conviven con personas que buscan volver a su vida cotidiana, que quieren estudiar, brindar un futuro sostenible a sus hijos y gozar de la tranquilidad de vivir en paz.

Como gobierno departamental, compartimos con cada uno de ellos. No solo son algunos adultos que buscan convivir en un caserío; es una colonia de personas amables, donde los niños juegan en los patios de sus casas, corriendo con los perros, con las gallinas, que hacen carreteras en la tierra para mover sus juguetes, pequeños soñadores que miran la inmensidad de las montañas y que con sonrisas tímidas observan a todos los extraños que llegamos a su espacio, montando bicicleta.

Recorrimos esos caminos de la memoria sonriendo, escuchando historias y pedaleando hasta llegar al AETCR, respiramos paz y aire fresco, el silencio del campo solo se quiebra por el sonido del viento al susurrar entre los árboles y las aves que cantan de extremo a extremo entre las montañas. –Hoy, podemos transitar tranquilos–, expresan los habitantes, ahora ya no vemos las cosas que hace treinta años encontrábamos por estos caminos, eran escenas horrorosas.

En el AETCR hay muchos niños, estamos seguros que ellos serán la generación de la paz y la reconciliación, son la semilla de un proceso al que nos estamos adaptando, que ha sido difícil, pero que sobre ellos traerá frutos de paz y convivencia a la región. Como gobierno departamental, queremos seguir desarrollando acciones que permitan la reconstrucción de memoria, paz y reconciliación.

“Este es un trabajo para la reconstrucción de la historia del conflicto armado en el corregimiento de Gaitania, explicando qué fue lo que nos pasó en el conflicto, abriendo las verdades. Donde la gente tenga la posibilidad de detenerse a escuchar lo que realmente pasó. Estamos trabajando diferentes módulos, como la reconstrucción histórica escrita, la memoria contada.  La memoria vivida por los caminos por donde se vivió la historia de este pueblo”, nos dice Diana Trujillo, delegada de la Comisión de la verdad en el Tolima.

La gente caminó desde Gaitania hasta la vereda El Oso, caminos veredales por donde arrieros, campesinos, excombatientes y la fuerza pública caminaron, durante años confrontativos. Ahora, es momento de caminar, de hablar, de reencontrarnos, de contar, de reconciliarnos, de escuchar al otro, verlo como una persona y no desde su rol social (policía, víctima, excombatiente)… Poder reencontrarnos allí, en lo humano, en el ser que cada uno sufrió en el marco del conflicto. Este no es para estigmatizar, es para comprender que todos hemos sido víctimas de un conflicto que Colombia no quiere volver a repetir.

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