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¿Nos está enseñando algo el Covid-19?

Escribe: Luis Hernando Granada C.

Claro que sí; pero lamentablemente son más las cosas malas que conocemos frente a las buenas, porque el hombre es cada vez más necio, negligente, caprichoso y hasta criminal.

En primer lugar y de acuerdo a todo tipo de informaciones y análisis de los expertos, existe un 90% de posibilidades de que el virus haya sido creado por el comunismo chino. No me extraña porque la izquierda en el mundo, el socialismo/comunista con sus ansias de poder económico y dictatorial no tiene límites.

Sumado a lo anterior, el Covid-19 nos ha permitido conocer que el mundo no ha estado preparado para atentados de este tipo. No hay recursos tecnológicos ni humanos, porque el dinero –al menos en Colombia–, se desperdicia atendiendo y saciando el apetito voraz de gobernantes, criminales de las farc, el eln y los parásitos en el Congreso y en los gobiernos, y prueba de ello es el dinero que corre a borbotones, sosteniendo a la JEP, un bodrio anticonstitucional creado para proteger y absolver criminales de lesa humanidad. Súmenle los ríos de dinero que el pueblo colombiano le entrega a un Congreso obsoleto y las sumas que se le entregan a violadores, secuestradores, narcotraficantes y asesinos escudados en un proceso de paz que solo existe en el papel porque los líderes sociales siguen siendo asesinados y los campesinos, desplazados de sus tierras.

Las ayudas ficticias

Cuando hay una tragedia donde mueren miles y miles y la amenaza sigue latente, siendo cada día más peligrosa, surgen las llamadas “ayudas humanitarias”, donde muchas de ellas son falsas y en otros casos “pañitos de agua tibia”.Recordemos brevemente la tragedia de Armero el 13 de noviembre de 1985,ocasionada por la erupción del volcán nevado del Ruiz. Las ayudas humanitarias llegaron de todas partes, pero muchas de ellas se perdieron en manos de los que las repartieron. Y se dice incluso que la Cruz Roja Internacional se apoderó de más de cinco millones de dólares, pero la investigación quedó trunca porque los que la denunciaron fueron asesinados, pero se dice incluso que un gran Centro Comercial en Ibagué, fue construido con parte de esos dineros. Se ayudó, pero igualmente se robó.

Ahora con la presencia del Covid-19, no han faltado los avivatos, los especuladores, los protagonistas y oportunistas políticos, sumándole a lo anterior, la trampa más criminal protagonizada por los bancos. Ellos no donan dinero, mercados, nada, pero ofrecen “alivios financieros” tales como dejar de cobrar durante tres o seis meses, las cuotas de los créditos de sus víctimas.

Muchos ingenuos creen que no les van a cobrar esas cuotas, pero se equivocan. De acuerdo a lo que logramos investigar, esas tres o seis cuotas “perdonadas” serán sumadas al crédito total que a la vez será refinanciado. Es decir que será peor la cura que la enfermedad.

¿Podríamos catalogar esto como justicia social? Claro que no; las utilidades de los bancos durante el 2019 ascendieron a 7.2 billones de pesos (billones, con b”), pero aparte de lo anterior siguen cobrando el 4X1000, un gravamen que fue creado dizque de forma pasajera para ayudar al sector bancario, un sector que jamás pierde, porque todo crédito está respaldado por una póliza de seguros o una garantía hipotecaria.

Actuando en justicia, los bancos deberían renunciar al 4X1000, eliminar los exagerados costos por los servicios como retiros en cajeros, extractos, etc. Es absurdo que el gobierno y los grandes medios no hagan claridad sobre este tema. Por parte de los medios se entiende que ellos deben ocultar la verdad sobre el actuar de los bancos porque las pautas publicitarias se han disparado, ofreciendo más servicios, la mayoría de ellos onerosos.

Pero dejando a un lado a los banqueros, a los que llenan sus bolsillos día a día con las necesidades del pueblo, vale la pena analizar a los acaparadores, plaga criminal que aprovecha un aguacero, un alza en la gasolina, un aumento en el peaje y otras circunstancias más para elevar el precio de la canasta familiar. Los acaparadores existen a todo nivel, desde el carretillero que vende en la calle, hasta las grandes superficies, siendo estas las más criminales. Para no citar sino un solo ejemplo, la habichuela, recién se anunció la pandemia, estaba a $4.000 el kilo y en las grandes superficies se conseguía a $12.000, algo por demás injusto porque las grandes superficies compran directamente al campesino sus cosechas y no exactamente a buen precio. En pocas palabras todos los precios se dispararon y aunque el gobierno siga hablando de buen abastecimiento, eso no sirve de nada ante la realidad que se vive y los precios que se tienen que pagar. ¿Es justo que una canasta de 30 huevos haya pasado de $10.000 a $18.000?

La pandemia del Covid-19 nos ha dejado muchas enseñanzas: La falta de previsión de las autoridades sanitarias; los sueldos miserables de los profesionales de la salud. Increíble que gané mucho más un congresista que no hace nada, mientras un médico que trabaja de sol a sol, que tiene la gran responsabilidad de salvar vidas, a duras penas se esté ganando $1.800.000 de los cuales tiene que pagar seguridad social y pensión, mientras una enfermera en muchos casos recibe el mínimo.

Los gobiernos –no solo el de Duque sino todos–, le han fallado al pueblo, mientras la izquierda ha sido obsoleta. Se avecina, aparte de la recuperación de miles de colombianos, unas verdaderas reformas que favorezcan al pueblo principalmente ante la crisis económica que dejará este virus.

Ante esta crisis, el gobierno debe eliminar todos los gravámenes injustos:

1.- Eliminar de inmediato el 4X1000

2.- Eliminar el IVA

3.- Diligenciar la venta de propiedades producto de las extinciones de dominio que se le han realizado a los narcotraficantes, a las farc y al eln.

4.- Entregar de inmediato las pensiones a todos aquellos que hayan cumplido con su compromiso laboral. Es injusto que un pensionado tenga que entran en litigio hasta por dos, tres y más años para reclamar lo que le pertenece.

5.- Reducir no solo el Congreso sino, además, rebajarle el sueldo a la mitad.

6.- Revisar y reestructurar los TLC que han perjudicado al campesino y a los pequeños industriales. Colombia no tiene porqué importar lo que produce.

7.- Eliminar la JEP, bodrio anticonstitucional por el cual han pasado –según cifras de ellos mismos–, más de 12.000 criminales saliendo todos inocentes.

8.- Responder por la nómina de pequeñas empresas (que tengan menos de 100 empleados o trabajadores).

9.- Sancionar drásticamente a los que están realizando despidos masivos o rebajándole el sueldo a sus empleados.

10.- Vigilar más de cerca las ayudas humanitarias para evitar los robos de las mismas.

11.- Vigilar y hacer cumplir los lineamientos de la cuarentena. (El sábado pasado en una transmisión en directo de Ángeles TV, la carrera tercera con quince en Ibagué estaba llena de personas sentadas en las bancas, tomando tinto, chupando helado o fumando y sin las más mínimas previsiones sanitarias. De igual forma frente a los cajeros cualquier cantidad de personas hacían sus filas sin conservar la distancia sugerida).

12.- Cerrar los grandes centros comerciales donde se aglomera mucho público sin las más mínimas medidas de prevención.

Muchas son las cosas que hay que hacer, y de paso, muchos alcaldes y gobernadores e incluso policías, deben dejar de considerarse pequeños “reyezuelos”.

Estas sugerencias valen igual para los miembros de la izquierda que tanto fastidian y reclaman a través de golpes estúpidos a una cacerola.

Colombia puede vencer esta adversidad, pero con solidaridad y sin caprichos.

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